De Córdoba a Estambul



Hola parroquia, me fui sin avisar y estuve desaparecido toda la semana. Me tomé una vacaciones como hago siempre que puedo en el puente de la Constitución. Aprovecho desde hace unos años la ocasión para visitar las grandes capitales europeas. Esta vez le tocó a Estambul, que por mucho que se empeñen alemanes, franceses y griegos, para mí es y será Europa siempre.

El viaje ha sido muy interesante, aunque me ha sabido a poco. Esta esencial ciudad necesita al menos 15 días para empezar a comprenderla. Casi 20 millones de turcos, viven en el espacio físico que ocupó la capital de grandes imperios como el Bizantino o el otomano. Estratégicamente ubicada en el estrecho del Bósforo, ha controlado y manejado las grandes rutas comerciales entre Asia y Europa. El comercio es el alma genética de los estambuleños, viven para y por el comercio, Estambul es un gran bazar de sedas, especias, alfombras y hoy también de todas las falsificaciones que vienen del Este.

Como yo también vivo en una ciudad esencial de la cultura mediterránea, por desgracia hoy agónica, tengo por costumbre buscar los hilos que unen o unieron estos grandes focos culturales del mediterráneo de antaño. En el caso de Estambul la relación estaba fácil, los fabulosos mosaicos del mihrab de la mezquita cordobesa.

Por si alguno no lo sabe, os diré que estos mosaicos fueron un regalos del emperador bizantino Nicéforo II Focas a Alhakén II que, en esos tiempos de 965 se encontraba remodelando y ampliando nuestra mezquita. El tal Nicéforo fue un emperador de corto mandato (963-969) porque tuvo la desgracia de ser víctima de la violencia de género ya que fue asesinado por orden de su ambiciosa y adúltera esposa. Pero antes envió a Alhakén artesanos bizantinos expertos en la musivaria y 320 quintales de teselas de piedra, vidrio y oro con los que construyeron las decoraciones del mihrab.

Bizancio surge de la división del Imperio Romano en dos mitades. En el occidente el imperio pasa a manos de diferentes etnias, vándalos, germanos, visigodos... que abandonan el arte del mosaico. En el oriente Bizancio, que se erige como la continuación del verdadero imperio romano, cultiva las arte tradicionales heredadas de la Roma clásica. Especialmente el mosaico alcanza un alto grado de perfección con la aportación de nuevos materiales y la inclusión del oro en ellos. Los templos y palacios bizantino son profusamente decorados con mosaicos. Cúpulas y paredes recubiertas con escenas militares y religiosas adornan todos los edificios importantes de imperio.

Así que allí que me fui con el objetivo, entre otros, de ver las joyas de estos artistas que con tanta elegancia decoraron el espacio más sagrado de la Mezquita de Córdoba. Sufrí una gran decepción con este asunto pues resultó que, como estos mosaicos eran figurativos y contenían casi todos figuras humanas, con la entrada de los musulmanes al poder, estos fueron arrancado o en el mejor y más escaso de los casos cubiertos con yeso. Pocos restos quedan ya en Estambul de la riquísima y exquisita musivaria bizantina. Algo, muy poco en el Museo de la Cerámica de Estambul que básicamente contiene suelos romanos, y unos escasos paños en el templo de Sofía, hoy convertido en museo y que son archiconocidos y repetidos hasta la saciedad en los libros de arte e historia. Os añado una foto que tomé de ellos para que veáis la similitud (salvando las obvias diferencias) que tienen con los de Córdoba en tamaño de teselas (idénticas) y en la utilización de colores; oro, rojo y azul profundo y brillante.

Una cosa si pude constatar, y es que posíblemente el mosaico bizantino más elegante, más grande y mejor conservado del mundo no está en Estambul sino en nuestra querida y sorprendente ciudad de Córdoba.

Otro día me fui a ver una ceremonia cultural que me interesaba también, la danza de los derviches. Saqué la entrada y ya por la tarde me dirigí al lugar de la representación. Mi sorpresa fue que esta no se hacía en un teatro ni auditorio al efecto, sino en una sala de espera de la vieja estación de trenas de Estambul. Como veis esta gente no necesita de grandes infraestructuras para generar eventos culturales de gran calidad. Solo se permiten 100 espectadores en cada espectáculo diario, apenas una fila de sillas entorno al cuadrado donde sucede esta representación a medio camino entre el arte y la oración. Impresionaba ver a estos danzantes en trance girar y girar bajo las melodías sufíes de flauta y laúd. Si algún día visitáis esta ciudad no perderos esto.